Las columnas del interior de la Sagrada Familia, una de las aportaciones destacadas de Antoni Gaudí al mundo de la arquitectura, son únicas tanto por su forma (doble giro) como por su estructura arborescente, que permite absorber y repartir las cargas del templo.
Una columna nueva en la historia de la arquitectura
Como otros elementos de la Basílica, la columna de doble giro es fruto del característico afán de Gaudí de renovar la arquitectura y de buscar la perfección. A partir de su método empírico basado en la prueba y la corrección, el arquitecto buscaba una columna diferente que renovara los estilos clásicos del dórico, jónico y corintio. Para ello, imprime en las columnas un movimiento de ascensión helicoidal, inspirándose en el eucalipto que ve crecer desde su estudio junto al templo, como explica Cèsar Martinell en el libro Gaudí i la Sagrada Família comentada per ell mateix . Estas hélices ascendentes (típicas de las columnas salomónicas del barroco) hacen que el observador, al recorrerlas con la vista, alce los ojos hacia arriba, reforzando la sensación de verticalidad y poniendo en relación la Tierra con el cielo.


Durante años Gaudí estudió con modelos de yeso columnas que expresaran este movimiento y que a la vez fueran suficientemente resistentes, hasta que llegó a la solución definitiva. El arquitecto inventa una columna de base poligonal o estrellada que, a medida que crece cuando se gira simultáneamente hacia la derecha y hacia la izquierda desde la base, se va transformando hacia el círculo. Con esta intersección de dos giros helicoidales, el número de aristas se multiplica a medida que la columna se eleva y, al mismo tiempo, se reduce el saliente de los vértices hasta llegar, en la parte superior, a un polígono cercano al círculo. En cada tramo, para doblar el número de puntas, hace falta cada vez la mitad de altura y la mitad de ángulo girado. Echa un vistazo a la siguiente animación donde se ve cómo se forma:

Gaudí, además, consigue la continuidad naturalista mediante procedimientos geométricos; tal como pasa en la naturaleza entre el tronco y las ramas de un árbol. Lo vemos, por ejemplo, en las columnas que hay sobre el coro o cantoría, las cuales tienen un tramo intermedio que sirve para preparar la transición del tronco inferior a las ramas superiores. Observa la siguiente fotografía y el vídeo explicativo donde se explica cómo se forman estas columnas:
Un bosque de piedra
En el interior del templo Gaudí quería recrear un gran bosque frondoso que ayudara a crear un clima de recogimiento, tal y como recoge Joan Bergós, ayudante del arquitecto, en una conversación con él:
«La intimidad con amplitud es el bosque que será el interior del templo de la Sagrada Familia».
Conversaciones de Gaudí con Joan Bergós. Página 42
Por ello, las estructuras de las columnas y las bóvedas se inspiran en la forma de los árboles, donde el fuste imita el tronco, el capitel actúa como el nudo del árbol y, a partir de aquí, la columna se divide en ramas que se funden con las bóvedas, que representan el follaje. Además, en las bóvedas Gaudí deja huecos por donde debe entrar la luz, como pasa con los rayos de sol que se filtran entre las hojas.


Cuatro tipos de columnas, una jerarquía estructural
Las columnas principales del interior del templo siguen una jerarquía basada en su importancia estructural y mecánica, es decir, en el peso que deben soportar.
Las más importantes son las cuatro de las esquinas del crucero, que deben resistir, por un lado, la carga del cimborrio central de Jesucristo y, por otro, parte del peso de las cuatro torres de los Evangelistas que rodean este cimborrio, además de la parte proporcional de todas las bóvedas y cubiertas que se encuentran por el camino. En segundo lugar están las ocho columnas encargadas de descargar el peso de las torres de los Evangelistas. Se sitúan también en el crucero, detrás de las anteriores. Después encontramos las columnas del ábside y las de la nave. Si bien las del ábside soportan la gran carga de la torre de la Virgen María, están muy próximas entre ellas y quedan equiparadas con las de la nave, que recogen el peso de las bóvedas y buhardillas de la nave central y de parte de las naves laterales.En cuarto lugar, las columnas más ligeras en carga son las que soportan el peso de la cantoría y de las naves laterales.

Gaudí clasifica estos cuatro tipos de columnas en función de elementos que tiene a su alcance, como la base estrellada, el diámetro, la altura y el tipo de piedra utilizada.
Las bases estrelladas
Para crear las estrellas de la base de las columnas, el arquitecto utiliza siempre una superposición de los polígonos regulares más simples: el triángulo equilátero, el cuadrado y el pentágono. Así, para hacer la estrella de seis puntas superpone dos triángulos equiláteros; para la de ocho superpone dos cuadrados; para la de diez, dos pentágonos, y para la de doce puntas opta por tres cuadrados.
Así pues, las columnas con mayor número de puntas en la base, las de doce, son las más importantes desde el punto de vista de la jerarquía, ya que corresponden a las cuatro columnas del crucero. A continuación vienen las columnas de diez puntas, las de ocho y, finalmente, las de seis, que son las que tienen una carga menor.
En todos los casos, estas estrellas tienen las puntas interiores y exteriores redondeadas mediante unos arcos parabólicos tangentes; así se consigue que la superficie que se ofrece al tacto del visitante en el tramo inicial de la columna presente una ondulación suave.
En esta animación puede verse cómo es la generación de las estrellas de la base de los cuatro tipos de columnas del templo:

El diámetro y la altura
La altura total de cada columna en metros es siempre el doble que el número de puntas, y se descompone en base, fuste y capitel. Las bases siempre miden de altura el número de puntas en decímetros, mientras que el fuste siempre mide la suma de los tres primeros tramos en los que se descompone. Por su parte, el diámetro interior de cada columna y la altura del fuste siguen siempre la misma relación de 1/10, es decir, la altura del fuste es siempre diez veces su diámetro interior. Echa un vistazo al siguiente cuadro:

Por otro lado, la multiplicación de aristas hasta el infinito, para llegar al círculo, complicaría mucho el corte de la piedra, por lo que Gaudí lo pone más fácil al definir unos capiteles en forma de elipsoide que esconden el resto de tramos. Por lo tanto, el círculo no es visible y se sitúa ya en el interior del elipsoide que hace de nudo o capitel.
El color de la piedra
Tomando como referencia los ensayos de piedra que había realizado Antoni Gaudí, cuando se empezaron a levantar las columnas a finales de los años ochenta se determinó que las de doce puntas debían ser de pórfido granítico rojo, la piedra más resistente utilizada en el mundo de la construcción; las de diez puntas, de basalto negro; las columnas de ocho puntas, de granito de color grisáceo, y las de seis puntas, de piedra sedimentaria arenisca de tonalidades amarillentas. Esta elección cromática de materiales refuerza la jerarquía existente entre columnas y enriquece el interior del templo.
El propio Gaudí se dio cuenta de que las columnas de piedra maciza requerirían un diámetro demasiado grande que colapsaría el espacio en planta del templo; por eso, mientras evolucionaba el proyecto, pensó en hacer las cuatro columnas principales de hierro y probablemente pintadas en oro, tal y como queda reflejado en una conversación que mantuvo en 1915 con César Martinell recogida en el libro Gaudí i la Sagrada Família comentada per ell mateix. Al final, sin embargo, el arquitecto recurrió a la utilización del hormigón armado, tal y como explicó en 1923 Domènec Sugranyes, arquitecto y mano derecha de Gaudí, en su conferencia sobre la estructura del templo en la Asociación de Arquitectos de Cataluña. Así pues, la piedra es un revestimiento exterior protector de la estructura interior de hormigón.