Desde principios del mes de octubre, los visitantes de la Sagrada Familia pueden volver a disfrutar del portal del Rosario, una pequeña joya arquitectónica que Gaudí terminó en 1897 como muestra con el objetivo de que quienes continuaran el proyecto tuvieran un ejemplo a seguir; lo que lo hace especialmente importante para el equipo de la Oficina Técnica, que pretende siempre ser lo más fiel posible al proyecto original. Así pues, con motivo de la recuperación de este espacio para el recorrido visitable del templo, hemos querido explicar aquí sus principales características.
El portal se sitúa en el lado derecho de la fachada del Nacimiento. Se trata de un espacio de paso hacia el sector del claustro que recibe el mismo nombre, el claustro del Rosario. A pesar de todo, al no haberse terminado todavía las obras del templo (el resto de este claustro conectará la fachada del Nacimiento con la futura sacristía de este lado), en su momento Gaudí aprovechó este espacio y colocó una pila bautismal. Así, y de manera temporal, convirtió el primer módulo del futuro claustro del Rosario en un baptisterio provisional.
La puerta de entrada se sitúa en la base cuadrada de la torre lateral de la fachada del Nacimiento, dedicada al apóstol Matías. La puerta queda girada y, de esta manera, se forma un espacio triangular que Gaudí cubrió con una linterna que tiene un sistema doble de columnas, exteriores e interiores. La filigrana decorativa de toda la capilla es realmente excepcional y, en este caso concreto, podemos ver cómo Gaudí, investigando el movimiento de las hélices, hace el fuste de las ocho columnas interiores con texturas helicoidales diferentes, como si fuera un antecedente al descubrimiento de su famosa columna del doble giro.
En el lado izquierdo de la fachada del Nacimiento, y de manera simétrica, hay un espacio similar que Gaudí quiso dedicar a la Virgen de Montserrat. También en la fachada de la Pasión, hay dos portadas que comunican la fachada con el claustro a cada lado y que están dedicadas a la Virgen de las Mercedes y de los Dolores, respectivamente. En el caso de la entrada al claustro de los Dolores, además, el visitante ya puede percibir su función de paso comunicador hacia la sacristía de Pasión con el nombre de «Camino de la liturgia». Este claustro se aprovecha desde el punto de vista expositivo para mostrar al visitante objetos diseñados por Gaudí relacionados con la liturgia.
A pesar de que estos espacios sean de paso, Gaudí hizo que fueran identificables como tal desde el exterior. Así, en el caso de la fachada del Nacimiento, quedan destacados por sendos y esbeltos cupulinos suspendidos sobre finas columnas, y un par de puntas más destacan y flanquean la fachada. En el caso de la fachada de la Pasión, estos dos cupulinos todavía están por hacer, pero deberán hacerse en un futuro, según la última versión del proyecto gaudiniano, con forma de hiperboloide, siguiendo la muestra ya construida justo sobre el ángulo oeste de la sacristía.
LA MAGNITUD DEL TRABAJO ESCULTÓRICO
Quizás, a pesar de todo, lo que tiene más valor en esta portada del Rosario es el excelente trabajo escultórico. Preside la escena la Virgen del Rosario, erguida con el niño en brazos, con santo Domingo y santa Catalina a cada lado. A los pies tiene una esfera poliédrica en la que las caras son estrellas. Como esta esfera está vacía por dentro, las estrellas destacan sobre la oscuridad interior como muestra de un trabajo artesanal verdaderamente destacable. De manera similar se ha hecho la leyenda que dibuja la ojiva principal de la portada, «Sancta Maria Mater Dei», en la que las letras de la inscripción también destacan sobre la oscuridad de los vaciados posteriores. Así se han hecho también todas las rosas y hojas de rosal que hay por todas partes y que hacen honor al nombre de la dedicación del portal. Las cuatro figuras de las hornacinas del nivel inferior son los reyes David y Salomón, por un lado, e Isaac y Jacobo por el otro. Tanto los nombres como los doseles que coronan estas esculturas están hechos con este mismo relieve.
Los demás conjuntos escultóricos que completan el portal son, por un lado, la escena de la muerte del justo, con un rosario en las manos, asistida por Jesús, María y José, bajo la inscripción latina pertinente «et in hora mortis nostrae, amen», y por otro lado, la representación de las tentaciones o del mal: a un lado hay un hombre trabajador al que una diabólica bestia le ofrece una bomba Orsini para llevar a cabo un atentado y, al otro lado, un diablo monstruoso parecido ofrece una bolsa de dinero a una chica para prostituirse. El primero representa el pecado de la violencia. El segundo, el de la codicia. Ambos miran, rezan y se encomiendan a la Virgen María para no caer en estas tentaciones.
El trabajo escultórico de todo el portal es de tal magnitud que parece que rebosa por todas partes, desde los nervios de las bóvedas góticas, los ángeles y los rosarios suspendidos, hasta los trajes de los personajes y las estrellas y la decoración que ocupan todo el paramento. En la parte inferior, incluso, podemos ver un tipo de cenefa que recuerda el trabajo artesano del mimbre y que está aquí por el simple deseo de dar textura y no dejar ni un palmo cuadrado sin trabajo.
Disfrutad, pues, de este espacio y del magnífico trabajo artesanal con esta fotografía 360° que os permitirá conocer todos los detalles, ¡como si realmente estuvieseis allí!
Magnifico el trabajo escultórico del Portal del Rosario y un gozo poder contemplarlo de nuevo. Si es cierto que es obra de D. Antoni Gaudí, no es menos cierto que dicho portal quedó maltrecho en la guerra civil y los trabajos de restauración son obra del genial escultor Etsuro Sotoo, siempre fiel a su Maestro.