Ahora que las seis torres centrales están creciendo de manera rápida y simultánea gracias, en parte, a la técnica constructiva de la piedra tesada, llega el momento de empezar a hablar de sus remates. El público de este blog ya sabrá que el terminal de Jesucristo estará culminado con la cruz de cuatro brazos, y también que el lucero del alba coronará la torre de la Virgen María. Pero, ¿cómo se rematarán las cuatro torres dedicadas a los evangelistas?
Desde los primeros dibujos que nos han llegado del templo completo, estas torres siempre han estado coronadas con una representación figurativa de unos elementos alados. ¿Por qué? Veámoslo a continuación.
Los evangelistas fueron los que escribieron los Evangelios, es decir, los textos que describen la vida ejemplar de Jesús, con una intención más catequética que histórica. Durante los inicios del cristianismo, muchas personas se pusieron a escribir aquellos hechos que conmovieron al mundo entero, pero solamente cuatro de estos textos se eligieron como Evangelios canónicos. Así pues, los cuatro Evangelios que encontramos en la Biblia son los de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, el primero y el último, discípulos directos de Jesús. Por este motivo, los evangelistas toman una relevancia muy notoria, ya que, en cierto modo, representan la palabra de Dios.
En el texto del Apocalipsis, san Juan detalla la visión que tuvo y describe la presencia de cuatro personajes importantes, situados en una posición preferente con respecto al trono de Dios. Habla de una especie de león, de un becerro, de un personaje con cara humana y de un águila, y dice que todos tienen alas y muchos ojos. Por este motivo, a la hora de representar a los cuatro evangelistas, se ha utilizado el conjunto de estas cuatro figuras aladas, que ha estado siempre muy presente en la arquitectura de los templos desde la Edad Media y en arte e iconografía cristiana se denomina «tetramorfos».
EL SÍMBOLO DEL TETRAMORFOS
«Tetramorfos» significa, literalmente, cuatro formas. Esta palabra ya se había utilizado para referirse a la representación de los cuatro elementos fundamentales: tierra, aire, agua y fuego, la esencia de todas las cosas según la filosofía griega. Por ello, no es casualidad que fueran justo cuatro los Evangelios escogidos como canónicos y que, desde los inicios del cristianismo, se haya utilizado la idea de tetramorfos para hacer referencia al conjunto de los cuatro evangelistas.
En la Sagrada Familia encontramos diferentes elementos que, de manera más o menos discreta, hacen referencia a estos cuatro personajes.
Por un lado, en el interior del templo tenemos la dedicación de las cuatro columnas del crucero a los cuatro evangelistas, manifestada inequívocamente con las lámparas principales que tienen en sus nudos de ramificación. Son las lámparas que enfocan hacia el punto central del templo, en las cuales se puede ver la figura alada y el nombre de cada uno de los evangelistas rotulado sobre su superficie translúcida y colorida.
Por otro lado, en el exterior encontramos cuatro de las torres centrales dedicadas a los evangelistas. En sus terminales en proceso de ejecución es donde más clara quedará la identificación de los evangelistas con las cuatro figuras del tetramorfos.
LA FUERZA DE MARCOS
El Evangelio considerado como el más antiguo y como padre de los otros es el de Marcos, que comienza con la prédica de Juan el Bautista en el desierto, quien bautizaba con agua pero advertía de que tras él vendría el que bautizaría con fuego, refiriéndose a Jesús. Así se explica que la fuerza del león, rey de los animales y símbolo de la realeza de Jesús, haya identificado siempre a Marcos.
LA HUMILDAD DE LUCAS
El Evangelio según san Lucas es el más humano, en el sentido terrenal de humildad y pobreza. Es él quien habla de los pastores que adoraron al niño en el pesebre, de sacrificio y de carga, y por ello es el toro, el animal de carga por excelencia, el que le identifica.
LA PERFECCIÓN DE MATEO
El Evangelio según san Mateo es obra de un hombre erudito y muy buen conocedor de todos los detalles de los antiguos textos sagrados, como demuestran las constantes referencias premonitorias. Es un Evangelio que busca la perfección y el detalle desde sus inicios, momento en el que describe la genealogía de Jesús, desde el padre Abraham, pasando por los reyes David y Salomón, y hace patente que la perfección divina se representa con la figura humana, pues Dios hace al hombre a su semejanza; no obstante, al tener alas como el resto, la apariencia es la de un ángel.
LA VISIÓN SUPERIOR DE JUAN
El último Evangelio, el de Juan, es el más abstracto y teológico. Se eleva por encima de los demás en sabiduría, ya que parece que viese el mundo desde el cielo, es decir, a vista de pájaro. Por ello, el águila es la figura que siempre le ha representado.
Así pues, en el interior del templo, hoy por hoy, ya vemos las figuras aladas que representan a los evangelistas; es cuestión de tiempo que lo podamos hacer también desde el exterior gracias a la representación de las figuras del tetramorfos en los remates de los terminales de las torres de los Evangelistas.