Gaudí decía que el trabajo solo puede basarse en el amor y que es fruto de la colaboración, de modo que quien lo organiza debe aprovechar las cualidades de cada uno para sumar esfuerzos. En este sentido, en un artículo anterior ya hablamos de cómo Gaudí se rodeó de espléndidos colaboradores artesanales, desde forjadores hasta ceramistas, vidrieros o escultores. Pero, también en el ámbito del taller, se rodeó de técnicos y arquitectos que siguieron muy de cerca su trabajo cotidiano, y todos ellos son los que hoy tenemos el placer de recordar.
Es de justicia comenzar esta lista con Francesc Berenguer i Mestres (1866-1914), quien abandonó los estudios de arquitectura para ir a trabajar al taller de Gaudí. Su falta de formación teórica quedaba compensada con creces por la práctica diaria de la profesión, hasta el punto de que acabó convirtiéndose en su mano derecha, tal y como el mismo Gaudí manifestó cuando murió repentinamente a los 48 años. Al no disponer de título de arquitecto, Gaudí firmó proyectos suyos, lo cual ha causado dificultades y polémicas en la catalogación de su obra. No es más que una prueba de la estrecha relación que Berenguer y Gaudí habían mantenido, tanto en el ámbito de la amistad como en el profesional.
LA CARA TÉCNICA Y CALCULISTA
Domènec Sugrañes i Gras (1878-1938) fue un arquitecto modernista en un primer momento y novecentista después, con una obra muy prolífica al margen del templo. Era un hecho común que la mayoría de los arquitectos que colaboraban con Gaudí no tuviesen una dedicación exclusiva al templo, sino que dedicaban parte de la jornada a sus propios proyectos. Sugrañes es uno de los especialistas en el cálculo gráfico de las estructuras y es en quien Gaudí delega la explicación del cálculo de la Sagrada Familia ante la asociación de arquitectos de Cataluña en 1923. Se convierte en profesor en la Escuela Industrial y publica manuales enciclopédicos para las asignaturas que imparte sobre construcción. Tomó el relevo de Berenguer al ganarse la confianza de Gaudí y se convirtió en el primer arquitecto director de la Sagrada Familia tras su muerte.
Joan Rubió i Bellver (1870-1952) también fue un arquitecto colaborador de Gaudí especialista en temas de mecánica estructural. Es quien dibujó el primer alzado completo del templo acabado, un dibujo que a lo largo de los años se fue aprovechando, con pequeños retoques, para las publicaciones descriptivas del proyecto. También son suyos los gráficos funiculares de los cálculos de los viaductos del Park Güell y también fue decisiva su intervención en la operación de izado del gran baldaquino de la catedral de Mallorca. Su participación es evidente en muchas obras de Gaudí, especialmente en la gran maqueta de pesos y cordeles de la Colonia Güell.
Francesc de Paula Quintana i Vidal (1892-1966) fue el colaborador de Gaudí que sucedió a Domènec Sugrañes en la dirección. Con una sólida formación técnica, su trabajo más destacable en la Sagrada Familia fue el de restablecer la obra y la junta del templo a partir de 1939, así como la de recuperar las maquetas, dañadas en 1936.
Francesc de Paula Quintana, a la izquierda, delante de la fachada del Nacimiento.
LA VERTIENTE ARTÍSTICA: TRAZO Y COLOR
Josep Maria Jujol i Gibert (1879-1949) fue un excelente acuarelista que policromó la maqueta de la fachada del Nacimiento cuando la llevaron a la exposición de París. Era muy buen dibujante y especialista en elementos complementarios de guarnición de todo tipo de objetos. Una de las colaboraciones con Gaudí fue su intervención en la catedral de Mallorca, pese a que, en este caso, su expresividad artística causó polémica y la obra quedó inacabada; en cambio, en el Park Güell, el banco ondulado recubierto de trencadís de cerámica reciclada es una de sus colaboraciones más reconocidas. Llegó a ser profesor de la Escuela de Arquitectura y sus obras más singulares se encuentran en Sant Joan Despí (Baix Llobregat) y repartidas por el Camp de Tarragona, como la iglesia de Vistabella.
CONFIANZA Y CONFIDENCIA
Cèsar Martinell i Brunet (1888-1973) también tuvo un buen recibimiento en el taller de Gaudí, que siempre le abría las puertas y le facilitaba todo tipo de explicaciones del proyecto del templo y de la vida en general. Cuando Martinell volvía a casa, recogía todas estas enseñanzas en un diario que después se publicó bajo el nombre de Gaudí i la Sagrada Família comentada per ell mateix, una de las publicaciones de más valor sobre el proyecto gaudiniano. La influencia de las estructuras de Gaudí le convirtió en un experto especialista en estructuras agrarias, bodegas y cooperativas en las que, con arcos parabólicos o catenarios, conseguía cubrir naves de gran amplitud que han recibido el nombre de las «catedrales del vino».
Pese a que en este artículo no hemos hablado de todos los arquitectos que trabajaron con Gaudí, sí que podemos decir que todos ellos fueron los primeros y más fieles colaboradores suyos, unos profesionales que gozaron de fácil acceso al maestro por un hecho común: todos ellos provenían de Reus o de las comarcas del Camp de Tarragona, la tierra natal de Gaudí.