En la Sagrada Familia hay muchos espacios y detalles que el visitante habitualmente no puede conocer, ya sea porque están muy elevados y alejados de la calle, porque quedan escondidos o porque se encuentran en zonas a las que solo accede el personal autorizado. Este es el caso de las galerías que hay detrás de los diferentes conjuntos escultóricos de la fachada del Nacimiento. En este artículo nos hemos querido fijar en una de las más grandes y singulares: la que hay detrás del grupo de la Coronación de la Virgen María, situada sobre el portal central de esta fachada. Gaudí la llenó de detalles, desconocidos para la mayoría, pero de gran valor; de hecho, en alguna ocasión, alguien le preguntó por qué dedicaba tanto esfuerzo a detalles que no se verían desde la calle, y él le respondió que tal vez la gente no lo vería, pero sí Dios, que siempre lo ve todo. Sin embargo, ahora todo el mundo puede acceder virtualmente a este espacio con esta fotografía en 360 grados:
Esta galería exterior corresponde al conjunto central de tres galerías que hay en este nivel de la fachada, y es mucho más amplia y espaciosa de lo que uno podría imaginarse. El suelo está hecho de piedra, como todo el conjunto, y está formado por unas piezas que se asemejan a tejas y que van conduciendo hacia afuera el agua de lluvia que pueda entrar. El espacio tiene una parte cubierta, caracterizada por la secuencia de arcos de catenaria decorados con palmas. Si se mira hacia arriba, se puede divisar la verticalidad de este espacio interior, que queda cerrado por una bóveda de piedra situada justo debajo del gran ciprés que culmina el afinado frontón triangular de la portada principal.
Las esculturas se encuentran justo en el umbral de este gran arco de palmas que hace las veces de dosel y, por tanto, quedan ya un poco al descubierto. Se encuentran a una altura de unos 20 metros y nos muestran la figura del Cristo a punto de colocar una corona sobre el rostro cabizbajo de su madre. Desde detrás, vemos el respaldo del trono en el que se sienta, acabado con dos grandes esferas que lo rematan. En los lados se encuentran los testimonios de la escena: por un lado san José, y por el otro un pastor del pesebre, en representación de los que fueron los primeros amigos de la Sagrada Familia, los de más humilde condición. Como detalle final, podemos mencionar que a través de la parte calada de la derecha se puede ver también uno de los muchos pájaros que hay en la fachada: un pelícano.
DE LAS ESCULTURAS AL SIMBOLISMO
Sin embargo, el tesoro más grande que puede descubrirse en este singular espacio es el magnífico trabajo escultórico y simbólico de la cara exterior del ventanal, que no se puede contemplar, ni desde la calle ni desde el templo, de manera que ni se sospecha que exista. Sin embargo, sí que se puede disfrutar de él desde esta galería, desde donde nos damos cuenta de que el conjunto escultórico se mantiene como suspendido en el aire, ya que solamente está sujeto a las estrechas molduras que definen los diferentes rosetones, de modo que parece que vuele. Este intencionado efecto de ingravidez creado por Gaudí está en perfecta sintonía con la escena celestial representada con el conjunto de ángeles.
Como todo en el templo, este ventanal también tiene un significado simbólico. Está dedicado en su totalidad a la Trinidad, y eso se ve en los rótulos que coloca Gaudí. Para comenzar, en el centro coloca la palabra Dios en latín (Deus), y lo hace con una D mayúscula delante de las otras tres letras. Las tres iniciales de las palabras que conforman la Trinidad, las distribuye en forma de triángulo: la P de padre (Pater en latín) está arriba; a la izquierda, está la letra F, del latín Filio (hijo), y a la derecha vemos las letras SS, las dos iniciales de la expresión latina Spiritu Sancto, es decir, del Espíritu Santo. Es por ello que este conjunto también representa un símbolo denominado de san Atanasio, el Quicumque, que perdura en la liturgia cristiana desde la Edad Media, especialmente en el domingo de la Santísima Trinidad. Es una especie de credo que desgrana el significado de la Trinidad y que toma el nombre de su primera palabra: rezado en latín, comenzaba diciendo «Quicumque vult salvus esse, ante omnia opus est, ut teneat catholicam fidem…» (Cualquier persona que quiera salvarse, antes que nada, deberá mantener la fe católica…).
Las tres alabanzas, escritas también en latín (Sanctus, Sanctus, Sanctus), acentúan la estructura triangular del conjunto. A la vez que están alabando al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, hay que tener en cuenta que la triple repetición de una palabra es la manera de formar el superlativo en el idioma hebreo, que normalmente no tiene otra manera de ensalzar una cosa más que enunciándola dos o tres veces. Por ello, en los escritos bíblicos encontramos expresiones como cántico de los cánticos, carne de la carne, o Santo de los Santos; de esta misma manera, la expresión Santo, Santo, Santo sería un equivalente de Santísimo.
Así pues, este trabajo escondido tras la escena de la Coronación es, una vez más, una buena muestra de cómo Gaudí cuidaba todos los detalles. Y estos detalles, que serían inaccesibles para la inmensa mayoría de admiradores que la obra de Gaudí ha multiplicado por todo el mundo, ya pueden ser descubiertos por todos gracias a tecnologías como las fotografías esféricas de 360º, que permiten acercarse y conocerlos, y por lo tanto, apreciar un poco más esta gran obra que es el templo de la Sagrada Familia.
Vivo en Barcelona desde hace más de cuarenta años. Estoy en tratamiento oncologico, por lo que mis proyectos de futuro son limitados. Mi ilusión mayor es ver el avance que se observa y que disfrutamos sobre la culminación del Monumento. Gracias por ese esfuerzo diario.
Gracias por tu comentario Fernando
Un saludo!