Con el mes de marzo comienza la primavera, la tierra florece y todo renace. En la Sagrada Familia, Gaudí asoció de forma muy directa este inicio de la vida con la llegada al mundo de Jesús, pero también con el inicio del día, ya que la fachada del Nacimiento es la que mira hacia levante. Cada uno de los tres portales de esta fachada está repleto de flora y fauna que los llena de naturalismo y que está escogida con cuidado e intención para reforzar la carga simbólica que tienen las distintas escenas.
En este artículo repasaremos algunos detalles de este estallido de vida y gozo que Gaudí quiso dejar inmortalizado en piedra y que nos recuerda permanentemente el inicio natural del año.
El portal de la Esperanza: las aguas del Nilo
La escena de la huida a Egipto para evitar la muerte de Jesús durante la matanza de los inocentes es la que justifica la procedencia de la flora y fauna que encontramos en el portal de la izquierda de la fachada del Nacimiento, el de la Esperanza. Es por eso que en él vemos los juncos típicos de las riberas, que acogen a patos y ocas, las aves más acuáticas de entre todas las que sirven como vianda para las comidas de Navidades. Encima de esta escena hay una flor de loto, una planta que florece en el agua y que se conoce también como la flor del Nilo. En oriente tiene una importante carga simbólica que la relaciona con la pureza espiritual del cuerpo y el alma al florecer de forma tan bella por encima de las aguas enfangadas. En la arquivolta del portal también podemos ver talias, nenúfares, lirios de agua y la planta del papiro. Toda esta naturaleza acuática, junto con las libélulas que se dispersan por la superficie, muestra claramente la intención de Gaudí respecto a este portal.
El portal de la Fe: vegetación de secano
En el otro lado, es decir, a la derecha de la fachada del Nacimiento, encontramos el portal de la Fe, para el cual Gaudí escoge una vegetación muy opuesta. Es la más propia del desierto, en referencia a la zona más árida de Nazaret, donde vivió Jesús su infancia y adolescencia. Los animales que vemos justo encima son aquí gallinas y gallos.
Las hornacinas laterales contienen agaves, unas plantas de hojas robustas y largas con cantos espinosos y una espina puntiaguda final que recuerdan la aridez del secano. En contraposición, en el umbral del portal podemos ver violetas, una planta frágil que refuerza el símbolo de la humildad de María, pero también la de Jesús, que se rebaja a hacerse hombre y trabajar como ellos.
Por otro lado, en un extremo vemos una abeja como símbolo de este esfuerzo diario; se encuentra junto al camaleón que hace las veces de gárgola y que parece que vaya a comérsela en cualquier momento. Aquí también encontramos un manzano florecido y frondoso que llena la arquivolta, y cuyos frutos podemos ver entre las hojas. Este árbol, sagrado desde el libro del Génesis y cargado de simbología desde entonces, nos recuerda la primera escena del pecado, por lo que representa la redención de los hombres. Colocado aquí, donde se encuentra Jesús explicando la doctrina a los doctores y maestros de la ley, se convierte también en un símbolo de sabiduría y de la capacidad de poder elegir libremente.
El portal de la Caridad: el pesebre central
En el portal central, el de la Caridad, tanto debajo de los Reyes Magos como debajo de los pastores que hay al otro lado, podemos ver unos pavos con algunos pollitos, cobijados bajo un friso de helechos. Son las aves de más categoría en los platos que se sirven por Navidad. Junto a los pastores vemos azucenas, mientras que junto a los Reyes hay la flor de iris. Ambas flores están cargadas de simbolismo porque representan la pureza de María; las últimas, además, con un nombre que las relaciona con el arco iris, por los colores tan variados que tiene su floración.
Las columnas laterales del portal son troncos de palmera que acaban en un abanico de hojas que sostienen a los ángeles trompetistas, mientras que las de la columna central sostienen la escena principal del pesebre. Esta columna central tiene el tronco grabado con una cinta en hélice con la genealogía de Jesús desde Abraham, y en su base podemos observar una serpiente que se retuerce para crear la moldura y que sostiene en la boca la manzana del pecado, enjaulada aquí en una reja de forja.
En el umbral hay ramas de cerezo, melocotonero y olivo, que, en este último caso, hacen referencia a la palabra Pax del texto de Gloria que cantan los ángeles y que se puede leer, escrito en latín, entre los pájaros y las plantas. A toda esta exuberancia aún se añaden en la arquivolta ramas de almendro, glicinia, nardos y gladiolos, y muchos de los pájaros que se van describiendo en las estrofas del popular villancico El cant dels ocells. Así pues, además de gorriones, ruiseñores y abubillas, vemos también un búho sobre el balcón donde, en tiempos de Gaudí, se solía colocar uno real, además de una ardilla que trepa por el almendro delante del ángel que toca la chirimía.
Pese a que a la mayoría de visitantes les pueda resultar difícil ver toda esta variedad de animales y plantas, ya que Gaudí une completamente la escultura con la arquitectura que la contiene, como si una sábana lo cubriera todo, los entendidos y admiradores de la botánica y las aves han podido ir distinguiendo todo aquello que los antiguos textos descriptivos de la obra ya explicaban que había allí.
Así pues, ¡os animamos a descubrir todos aquellos detalles de la florecida y primaveral fachada del Nacimiento!